Medicina personalizada en la alergia

English version

El concepto “medicina personalizada surgió hace ya algunos años, en parte como consecuencia del proyecto genoma, donde se pensó que conoceríamos exactamente cómo funciona nuestro organismo por el simple hecho de conocer la secuencia de nuestros genes, y en parte, cuando la ciencia experimental y la biología molecular empezaron a proporcionar datos que nos permitieron observar que no todos los pacientes responden exactamente a los mismos tratamientos. Adicionalmente, el entendimiento de los mecanismos moleculares de las enfermedades, el desarrollo del conocimiento del sistema inmunológico y el descubrimiento de biomarcadores específicos contribuyeron a potenciar aún más la personalización de la medicina. Posiblemente los pacientes oncológicos han sido el primer foco de atención en este sentido, pero hoy en día, con el desarrollo de los estudios sobre el microbioma, éste área parece extenderse mucho más.

¿Y la alergia? Pues realmente yo me atrevería a decir que el tratamiento y el diagnóstico de la alergia han sido desde sus inicios el paradigma de medicina personalizada. En mis 19 años de dedicación al mundo de la alergia y la vacunología, he diseñado y preparado decenas de tipos diferentes de vacunas y diagnósticos personalizados para muchos pacientes, a petición de alergólogos y pediatras. Y lo más satisfactorio es que en la mayoría de las ocasiones los resultados han sido realmente buenos.

Pero ¿qué es realmente el concepto de medicina personalizada en alergia?  Desde el origen de la inmunoterapia, el tratamiento de la alergia se realiza con vacunas alérgeno-específicas. Esto es, se administra al paciente un extracto compuesto por las proteínas de la fuente alergénica a la que está sensibilizado y que le causan una sintomatología más o menos severa. Esto ayuda al organismo a salir “de su propio error” y le enseña que los alérgenos que entran en su interior no son agentes nocivos contra los que deba defenderse. Digamos que las vacunas re-educan nuestro sistema inmune. Por lo tanto, el identificar qué tipo de alergia tiene un paciente determinado y ponerle un tratamiento específico con su nombre, bien sea con uno o varios extractos alergénicos es, sin duda, el máximo exponente de la personalización. En los últimos años aún se ha profundizado un poco más en todo esto con la utilización de herramientas de diagnóstico molecular, donde ya no se habla de una alergia general a toda la fuente alergénica (alérgico a gramíneas, alérgico a Cupressus, alérgico a ácaros). Hoy en día, y para muchos alérgenos, es posible decir que un paciente está sensibilizado a un número determinado de proteínas específicas de una misma fuente alergénica. Pero además podemos conocer a qué proteínas específicas. Por ejemplo, en los pacientes alérgicos a gramíneas, unos están sensibilizados a las proteínas 2, 4 y 6, y otros a las 1, 3, 5. Es decir, se plantean cientos de posibles combinaciones, y si esto lo aplicamos a pacientes polisensibilizados, el número de combinaciones es realmente elevado.

Y aquí viene el problema. Las técnicas de diagnóstico han ido muy por delante de las posibilidades de generar vacunas con estas proteínas específicas. A día de hoy es posible tener un conocimiento muy claro de los alérgenos a los que el paciente está sensibilizado, pero tiene que seguir vacunándose con un conjunto de proteínas, algunas de las cuales son las que le producen los síntomas, y otras que no. Digamos que la personalización sigue existiendo, pero no hemos sido capaces de seguir profundizando en la personalización. Los alérgenos purificados y los alérgenos recombinantes esperan en la sombra su oportunidad, y, aunque en contadas ocasiones, ya existen algunas vacunas con un solo alérgeno. Otras por el contrario, siguen en los cajones esperando su turno. Sin duda, muchos estudios quedan aún por hacer para confirmar que dos o tres alérgenos por sí solos pueden tener el mismo efecto que el extracto completo y muchas decisiones están pendientes de tomarse. Sin embargo, no vamos a negar la gran contribución del diagnóstico molecular. Aunque aún no se fabriquen estas “vacunas ultraespecíficas”, hoy en día son una potente herramienta para seleccionar la vacuna más óptima.

¿Y el futuro? Pues aunque, paradójicamente, la alergia inició el concepto de medicina personalizada, ahora que otras disciplinas se han dado cuenta de la necesidad de este tipo de enfoque del tratamiento, la alergia parece estar abandonando esta senda. Parece que tendemos a preparar tratamientos generales para grandes grupos de población y sin personalización, basados en extractos completos, totalmente regulados y sin posibilidades de adecuar las fórmulas para cada paciente. Estamos abandonando las fórmulas magistrales, y esas vacunas que hace años se preparaban para el pastor alérgico al epitelio de sus cabras, y que le permitía seguir con su vida. Algo habrá que hacer con los pacientes polisensibilizados, por mucho que nos empeñemos en decir que no se deben mezclar alérgenos diferentes. Sin duda, el desafío está en nuestras manos, y la vacunología moderna debería poder ayudarnos.

Deja un comentario