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Cómo está luchando la ciencia contra el coronavirus y su enfermedad, el COVID-19

Biológicos, vacunas, fármacos, anticuerpos policlonales. Las alternativas para combatir al COVID-19

El SARS-CoV-2 pertenece a la familia de los coronavirus, virus respiratorios esféricos formados por una única cadena positiva de RNA asociada a nucleoproteinas y envuelto por una cápside de matriz proteica, con unas protuberancias glicoproteicas que le confieren el aspecto de una corona. Y por cierto, los virus no tienen entidad de vida y no se encuadran dentro de ninguno de los cinco reinos de seres vivos.

Poco después de conocerse la capacidad infectiva del SARS CoV-2 y de haber infectado ya a miles de personas en diferentes partes del mundo, numerosos centros de investigación, tanto públicos como privados, se pusieron manos a la obra contra la epidemia. A todos los que trabajamos en el mundo de las vacunas empezaron a llegarnos propuestas para trabajar en consorcios científicos y a optar a partidas económicas para buscar la forma de combatir al virus.

A día de hoy hay ya abiertas diferentes y esperanzadoras líneas de trabajo, tanto terapéuticas como preventivas, que por otro lado, se incrementan cada día. Entre las más prometedoras, nos encontramos:

  • Los retrovirales, fármacos que inhiben la capacidad del RNA del virus de replicarse, lo que evitaría la multiplicación de éste. Estos fármacos se usan actualmente para combatir al virus del SIDA y están en fase de estudio para el virus del ébola.
  • Anticuerpos policlonales anti-proteínas del virus. La farmacéutica Takeda ha iniciado esta estrategia terapéutica para tratar a pacientes infectados y en los que se está desarrollando la enfermedad. Consistiría en coger muestras de plasma de pacientes que ya han pasado la infección y se han curado, y utilizar los anticuerpos que su propio cuerpo fabricó para combatir al virus con éxito. Algo similar está haciendo la farmacéutica española Grifols que ha acelerado la producción de plasma con anticuerpos específicos anti-COVID 19.
  • Los biológicos basados en anticuerpos monoclonales que bloquean el receptor de la célula humana que el virus necesita para anclarse. Inhibiendo estos receptores, el virus no puede unirse a la célula ni provocar la infección.
  • La también española Pharmamar ha empezado a investigar con algunos de sus compuestos anticancerígenos, entre ellos la aplidina, y que sería capaz de evitar la multiplicación del virus dentro de la célula.
  • Las vacunas, son sin duda la mayor esperanza para controlar la enfermedad. Hasta el momento, 36 compañías especializadas en vacunas han informado que han iniciado programas para buscar una vacuna que haga frente al COVID-19. Sin embargo, será necesario esperar al menos un año hasta que puedan conseguirse, ya que hay una serie de etapas que cubrir, como son: la identificación del genoma vírico (esta información está ya disponible); la fabricación industrial adecuada para humanos; los ensayos en animales para confirmar la ausencia de toxicidad y la generación de anticuerpos neutralizantes; y por último, los ensayos en humanos. Los laboratorios han empezado ya a trabajar con diferentes versiones, desde vacunas mRNA combinadas con nanopartículas, vacunas siRNA (RNA de interferencia), o vacunas de DNA, a las vacunas más convencionales con plataformas ya establecidas para otros virus y en las que trabajan las Big Pharmas.
  • La inteligencia artificial ha entrado también a competir a la hora de la fabricación de vacunas. La americana Epivax, especializada en herramientas computacionales in silico, está combinando, a través de modelos predictivos, las regiones infectivas del virus con las proteínas que activan la cascada de defensa del sistema inmune humano (MHCII), y ha empezado ya a identificar las regiones del virus que deberían estar presentes en las vacunas. Mateon Therapeutics está utilizando también inteligencia artificial para encontrar pequeñas moléculas antivirales bloqueantes de catepsinas, por ejemplo, que hasta el momento han dado buenos resultados en otros coronavirus.

La humanidad se enfrenta a un nuevo desafío, que superaremos cómo ya ha pasado con otras epidemias mucho más letales a lo largo de nuestra historia. Según el bioestadístico de la Organización Mundial de la Salud, Ian Longini, y de acuerdo a las características del virus y cómo se está comportando, 2/3 de la humanidad habrán estado en contacto con el virus en pocos años. Las autoridades no están teniendo en cuenta que, aparte de las cifras oficiales, ya habrá otros miles de personas en todo el mundo que habrán estado en contacto con el virus, y que habrán superado la infección de forma asintomática pero que fueron o pueden haberse convertido en transmisores durante un período. El sistema inmune de estos individuos habrá controlado la infección y el SARS-CoV-2 será un agente vírico más a que estuvieron expuestos, como hoy lo son muchos otros. En este caso, lo más importante es conocer cuántas personas podrá infectar a su vez una persona que ya haya contraído el virus, en el período que es infectivo, y que todavía está sin confirmar (es lo que se conoce como factor R0). En el caso del COVID-19 se estima que el valor R0 oscila entre 1,5 y 3,5.

Confiemos, por lo tanto, en la ciencia, en nuestro propio sistema inmune, y hagamos lo que esté en nuestras manos para prevenir la dispersión, pero que personalmente no creo que pase ni por el pánico, ni por hundir nuestras economías haciendo cuarentenas de evitación.