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La otra ciencia que también lucha contra la pandemia del coronavirus

Las 5 cosas que debes saber este 12 de marzo: ¿Qué significa que ...

Desde hace semanas, la ciencia se empeña en buscar y diseñar vacunas y terapias para luchar contra el SARS-CoV-2 y la medicina en tratar y curar a los miles de enfermos que sufren Covid-19. Sin embargo, es justo reconocer que otras disciplinas científicas también se esmeran en derrotar al coronavirus.

Un grupo de físicos norteamericanos han empezado a crear partículas víricas sin material genético, con el objetivo de investigar la estructura del coronavirus y entender así su resistencia a las diferentes situaciones ambientales, especialmente a la temperatura y a la humedad. Hemos interiorizado que con la llegada del calor y el buen tiempo la pandemia se reducirá, o incluso terminará, porque los virus no serán viables, pero a día de hoy faltan resultados científicos que corroboren todo esto. No conocemos cómo se transportan los virus en el aire, ni si permanecen en la atmósfera, o si los aires a condicionados en espacios cerrados pueden suponer un reservorio.

Los informáticos estudian cómo los ordenadores pueden ayudarnos a controlar la pandemia a través de la inteligencia artificial. Existen modelos que están ayudando a entender cómo puede extenderse el virus, a predecir por donde se distribuirá, o incluso como puede ser su evolución infectiva en base a las características genéticas y a su capacidad de mutación.

Las matemáticas se afanan en crear modelos y predicciones a partir de los datos disponibles, que nos hagan conocer la evolución de la enfermedad y nos predigan como aplanar la famosa curva. En un estudio recientemente publicado en Lancet, los autores combinaron un modelo de transmisión estocástica con los datos de COVID-19 en Wuhan, origen de la pandemia, con el objetivo de calcular la probabilidad de expansión en diferentes áreas y como se generarían los brotes en otras ciudades del mundo. Igualmente, un grupo de españoles ha publicado recientemente un modelo matemático de expansión del virus en base a las infecciones no detectadas.

En toda esta crisis no podemos olvidar tampoco el concepto de One Health del que se ha oído hablar realmente poco, y eso que una de las hipótesis más plausibles de la pandemia es el salto del pangolín al humano. La veterinaria tiene también mucho que decir en la enfermedad. Aunque a día de hoy únicamente se han reportado dos casos de presencia de coronavirus a nivel mundial en perros, (pero no significa que no pueda haber alguno más), parece que está demostrado que los perros son resistentes al virus, en el estado en que le conocemos. Y digo parece porque son más bien resultados observacionales y de baja prevalencia, que no derivados de estudios científicos concluyentes. En cambio, aunque apenas se han reportado otros dos casos en gatos, parece que los felinos son más propenso a desarrollar la enfermedad, e incluso se ha barajado la posibilidad de que, junto a los hurones, que también replican bien al virus, pudieran servir como modelos animales para el estudio de determinados fármacos. Recientemente se ha informado que un tigre del zoo de Nueva York ha dado positivo al SARS-CoV-2 después de que su cuidador fuera también positivo. Sin embargo, todo esto tiene una importancia mayúscula. Si bien no se ha observado un contagio de animales, no hay datos suficientes al respecto y parece urgente la necesidad de empezar a investigar en detalle. Una transmisión del virus a animales que forman parte de nuestra cadena alimentaria sería dramático.

Por último, y aunque es cierto que en España todos somos expertos en cualquier materia, somos fáciles a la hora de criticar y, como en el fútbol, siempre conocemos mejor que nadie la alineación que debe haber en el campo y vemos rápidamente los errores de los demás, en este caso, y como buen español, voy a permitirme echar de menos en toda ésta crisis a la epidemiología como ciencia predictiva y preventiva, a la medicina de precisión y en cierto modo, a la sociología. Tengo que decir que, aunque estoy cumpliendo a rajatabla, discrepo del confinamiento masivo, prolongado y pernicioso tanto para nuestra salud física y psicológica, como de nuestro sistema inmune, al que estamos sometidos como sociedad y que ya está causando problemas terribles a nuestra economía y al estado de bienestar de todos, sin excepción. Nuestra sociedad tiene herramientas, conocimientos y profesionales suficientes como para hacer un plan de control y “epidemiología de precisión”. Me permitiré usar el símil de los bombardeos de la segunda guerra mundial, indiscriminados, ineficaces, terriblemente dañinos, y si se me permite, hasta inútiles en muchas ocasiones para alcanzar el objetivo que se pretendía. En cambio, la eliminación precisa de los objetivos con misiles teledirigidos siempre resultó mucho más eficaz a la hora de eliminar los objetivos y minimizar daños. Otros países lo han hecho, lo han trabajado, han invertido en prevención y lucha real contra el problema. Indudablemente llegamos tarde, pero hago un reclamo a tomar medidas eficientes basadas en los diagnósticos preventivos, a los confinamientos lógicos y estudiados y a una atención sin reparar en gastos para cada uno de nuestros enfermos. En mi humilde opinión, tenemos un desafío como sociedad que no estamos sabiendo gestionar.   

Leishmaniasis desde una perspectiva “One Health”: un reto para la comunidad científica

Epidemiología de la LeishmaniasisEnglish version

En los próximos días, tomando el testigo de la pasada edición brasileña, se celebrará en Toledo, España, el 6º Congreso mundial sobre leishmaniasis, que reunirá durante 5 días a cientos de expertos de todo el mundo. Y es que la leishmaniasis es una enfermedad que va más allá de ser una enfermedad infecciosa más a o menos severa. Su estudio combina el conocimiento de diferentes disciplinas. Desde biólogos que estudian la biología del parásito y del agente trasmisor, a inmunólogos que estudian los mecanismos de la enfermedad, pasando por vacunólogos, biólogos moleculares y farmacólogos que dedican su esfuerzo a  desarrollar vacunas, diagnósticos y fármacos, o veterinarios y médicos enfocados en el tratamiento y prevención de la enfermedad en animales y en humanos respectivamente, o epidemiólogos que se afanan por conocer y entender la distribución, prevalencia y transmisión de la enfermedad y todo lo que la rodea. Por supuesto, no podemos olvidar a organismos y agencias internacionales, entre las que se encuentra la Organización Mundial de la Salud (OMS), o grandes consorcios mundiales que se dedican a apoyar, potenciar y financiar la investigación sobre la enfermedad  y a instituciones sanitarias nacionales públicas y/o privadas que contribuyen al control de la enfermedad y a la investigación de la misma. Para terminar, debemos recordar también a los laboratorios farmacéuticos, que invierten con pasión y energía muchos esfuerzos y recursos para contribuir a desarrollar herramientas de diagnóstico, vacunas y tratamientos. En definitiva, todo un elenco de profesionales que dedicamos nuestro día a día a trabajar en esta enfermedad y todo lo que le rodea, y que nos reuniremos en la histórica Toledo para aprender y compartir los últimos estudios y descubrimientos que hemos realizado.

El protozoo responsable de esta enfermedad ha conseguido, para cerrar su ciclo biológico, no sólo adaptarse y usar en su favor la necesidad del agente transmisor (un flebótomo, mal llamado mosquito) de alimentarse de la sangre de mamíferos (hospedadores), sino que además se ha adaptado perfectamente para lograr engañar y esconderse del sistema inmune del hospedador.

Bajo este prisma de complejidad de la enfermedad, encontramos que la leishmaniasis es hoy una de las enfermedades encuadradas en el grupo de las “enfermedades olvidadas o desatendidas”. Paradójicamente, bajo este nombre, los números de la enfermedad son impactantes, aunque pasan desapercibidos en la mayoría de los países occidentales. La leishmaniasis humana es una enfermedad que afecta a 12 millones de personas en todo el mundo, con más de 350 millones de personas de 88 países en riesgo de contraer la enfermedad y que causa entre 20 y 30 mil muertos anuales. En sus tres manifestaciones clínicas, la forma visceral es mortal para el 95% de la población afectada si no se trata a tiempo, pero las formas cutáneas y mucocutáneas son posiblemente las más impactantes, ya que se pueden acompañar de graves mutilaciones y una severa desfiguración del rostro y de otras partes del cuerpo.

En los países de la cuenca mediterránea estamos algo más familiarizados con la enfermedad, puesto que es endémica, pero la circunscribimos, mayormente, al entorno veterinario, ya que la incidencia en humanos es de apenas 100 casos al año, aproximadamente. La leishmaniosis canina es una enfermedad potencialmente mortal para los perros si no se trata adecuadamente. La probabilidad de que un perro se infecte y desarrolle la enfermedad depende de numerosos factores, entre los que se encuentra el hábitat, el entorno geográfico, la raza, etc, pero hay estudios que estiman que el riesgo está entre un 3 y un 18%. A día de hoy existen numerosos sistemas de diagnóstico de la enfermedad. También se dispone de tratamientos farmacológicos eficaces y de dos vacunas comercializadas en Europa. Todo esto nos da una idea de la implicación de la comunidad científica por controlar y erradicar la enfermedad.

La leishmaniasis es un buen ejemplo de cómo los esfuerzos en investigación, y el trabajo conjunto de diferentes disciplinas por el control y la prevención de una enfermedad pueden contribuir a erradicar o disminuir la enfermedad en nuestros animales de compañía e, indirectamente, en nosotros mismos. Este concepto está estrechamente relacionado con el concepto de “one health” (salud única) y reconoce que la salud del hombre está conectada con la de los animales y el ambiente donde vivimos.  Hoy en día es un concepto muy relevante, ya que se ha identificado que aproximadamente 6 de cada 10 enfermedades infecciosas que afectan al hombre, son diseminadas por animales.

En resumen, una enfermedad de la que todavía quedan muchas cosas por dilucidar y a la que dedicarle muchas horas de estudio y trabajo, para poder, algún día llegar a controlarla y erradicarla.

  • El término leishmaniasis hace referencia a la enfermedad en humanos mientras que leishmaniosis se utiliza para referirse a la enfermedad en animales