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Alergia pasados los 60 años

Alergia después de los 60 añosVersión en inglés

El concepto de marcha atópica surgió hace ya más de 20 años cuando se estableció la relación existente entre la aparición de dermatitis atópica en lactantes o bebés y cómo estos, en los años siguientes, desarrollaban alergia alimentaria y posteriormente rinitis alérgica y en muchos casos asma. Desde entonces, el concepto de la prevención de la marcha atópica está vigente. Diferentes alternativas, consistentes en el tratamiento de la piel afectada con cremas y emolientes, más el posterior tratamiento con inmunoterapia, son a día de hoy herramientas en pleno uso, si bien otros tratamientos basados en productos biológicos, aparecen en el horizonte cercano. Y es que desde que, hace poco más de un año, se identificó que los pacientes alérgicos a cacahuete se sensibilizaban a través de la piel, el número de estudios en este campo no ha dejado de aumentar.

Todos los estudios y las observaciones clínicas indicaban que a partir de los 40-50 años la alergia empezaba a remitir e incluso desaparecía en la mayoría de los pacientes. Sin embargo, este paradigma empezó a cambiar hace unos años y, hoy día, los alergólogos reciben nuevas oleadas de pacientes camino de la tercera edad. Se ha calculado que en 2040, y en países industrializados, las personas mayores representarán más del 25% de la población y hoy en día ya se estima que la prevalencia de pacientes alérgicos mayores de 60 años se incrementará del 5% actual al 10%. Y todo esto a pesar de que se ha demostrado que las personas mayores de 60 años presentan niveles de IgE (la inmunoglobulina relacionada con todos los procesos alérgicos) significativamente más bajos que la población más joven. Sin embargo, estos datos hay que tomarlos con precaución. Un estudio reciente demostró diferencias importantes en los niveles de IgE específica a los alérgenos para diferentes grupos de edad. El envejecimiento lleva asociada una menor producción de IgE específica pero un aumento de los niveles de IgE totales. Este es un punto que sigue sin esclarecerse, así como las consecuencias que esto tiene en la sintomatología.

Entre las causas del incremento de la prevalencia de alergia en la población de edad avanzada se encuentran dos factores principales. Por un lado, los factores intrínsecos, entre los que destacan las características genéticas y epigenéticas del individuo así cómo el proceso de inmunosenescencia y por otro lado, los factores externos como posibles enfermedades, contaminación, presencia de alérgenos, etc.

Centrémonos en los factores intrínsecos, puesto que los extrínsecos son mucho más conocidos y afectan por igual al total de la población, dependiendo de la zona donde habitan. Sin duda, el envejecimiento produce cambios importantes en el organismo, tanto a nivel molecular cómo celular. En particular, el sistema inmune se ve notablemente afectado por el envejecimiento, pudiendo dar lugar a desbalanceamientos linfocitarios y a un grado de inflamación crónica leve que empuja al sistema inmune hacia una respuesta permanente de tipo Th2, con las consecuencias que esto tiene para la salud inmunológica. En cierta medida esto está influenciado por la presencia de radicales libres en el medio que incrementan los procesos inflamatorios y neuro-degenerativos. Por otro lado se producen alteraciones importantes en la permeabilidad de las mucosas, tanto intestinal cómo respiratoria lo que conduce a un incremento en la capacidad de absorción de alérgenos y una alteración de la respuesta inmune con inflamación local y deterioro de la función. Por ultimo, el envejecimiento de la piel también parece ser clave en el desarrollo de alergias. La falta de hidratación, y en consecuencia, de la alteración en la integridad de la barrera reducen notablemente el efecto protector de ésta, lo que puede facilitar la penetración de alérgenos e inducir nuevas sensibilizaciones.

En resumen, no resulta ya extraño encontrarnos con personas de más de 60 años debutantes por primera vez con sintomatología alérgica. Las causas pueden ser numerosas, pero parecen estar asociadas principalmente al envejecimiento del sistema inmune y, por supuesto, a los factores extrínsecos ligados al estilo de vida occidental. Sin embargo, podría resultar interesante conocer cómo ha sido la vida inmunológica de estos pacientes que debutan como alérgicos a estas edades y si a lo largo de su vida presentaron una sensibilización asintomática.

Alergia primaveral

¿Qué es la Alergia?

La alergia primaveral, coloquialmente conocida como alergia al polen, es una enfermedad del sistema inmunológico. Como consecuencia de esta alteración en el sistema inmune, el organismo reconoce como extrañas o nocivas la parte proteica de los granos del polen (alergeno), respondiendo contra ellos mediante diferentes mecanismos. El resultado es la liberación de altas cantidades de una sustancia almacenada en los mastocitos y conocida como histamina. Para que la histamina se libere es necesario que previamente el alergeno sea reconocido por la IgE, un tipo de inmunoglobulina, que entre otras funciones, tiene la de defender al organismo frente a parásitos.

¿Cuáles son los componentes desencadenantes de la respuesta alérgica?

De forma muy resumida, en la respuesta alérgica participan los alergenos, componentes de los granos de polen, como agentes disparadores de los síntomas; la IgE, que reconoce y activa la liberación de diferentes mediadores; y la histamina, responsable de los síntomas típicos de la enfermedad, como picor e irritación de ojos, secreción nasal y picor de la nariz, tos, o incluso, dificultades respiratorias. 

¿Cuándo se tienen síntomas?

Para que los pacientes alérgicos al polen tengan síntomas, es necesario que los pacientes alérgicos se pongan en contacto con los alergenos presentes en los granos del polen y que se encuentran en el aire que respiramos. Se ha establecido que tiene que existir un mínimo de concentración de granos de polen en el ambiente para producir una respuesta alérgica. Aunque esto este dato es muy variable, oscila entre 5 y 25 granos de polen por m3. Estos datos pueden consultarse en diferentes fuentes, que facilitan diariamente la concentración de polen (www.polenes.com).

¿Qué es sensibilización y qué es alergia?

Se dice que un paciente está sensibilizado a un alergeno cuando tiene IgE específica frente al alergeno en cuestión. Sin embargo, la presencia de IgE específica frente a un alergeno no siempre significa tener síntomas. En cambio, se dice que un paciente es alérgico cuando tiene los síntomas típicos de la reacción alérgica

¿Se tiene alergia a todos los pólenes a la vez o a alguno en concreto?

Dependiendo de las especies de plantas, cada una tiene proteínas y alergenos diferentes, por lo tanto, cada polen es diferente y no se puede decir que se tiene alergia al polen, en general, sino a un tipo de polen. Se conocen como pacientes monosensibilizados aquellos que solo tienen sensibilización al polen de una especie. Estos casos son cada día menos frecuentes puesto que la mayoría de los pacientes tiene sensibilización a diferentes. A los pacientes que tienen sensibilización a pólenes de diferentes especies se les conoce como pacientes polisensibilizados.

¿Se puede tener alergia a todos los pólenes?

Se puede tener alergia a cualquier componente biológico que tiene una composición proteica. Los pólenes son compuestos biológicos con una fracción proteica importante, por lo tanto, cualquiera podría ser causante de alergia. Ahora bien, los pólenes con mayor capacidad para quedar suspendidos en el aire son los mayores causantes de alergia puesto que son inhalados con el aire. Pólenes muy pesados o pólenes de plantas que no polinizan poniendo el polen en el aire, son menos susceptibles de causar alergia.

¿Cuáles son los pólenes más habituales?

Existen muchos pólenes relacionados con alergia, pero los principales en España son las gramíneas, olivo, parietaria, ciprés y plátano de sombra.